Retomar la escritura es un proceso que me está resultando igual a volver a tocar un instrumento. Dejé de tocar durante más de cinco años (guitarra acústica) y hace un par de meses que volví a hacerlo, en ese primer reencuentro, obviamente, mis dedos estaban más que torpes y aturdidos, y las melodías que ya dominaba las ejecutaba peor que cuando las estaba practicando. En el recuento de los daños tenemos varias desafinadas y unos dedos bastante adoloridos debido a la falta de práctica. Así me ocurre con la escritura: unos dedos torpes en torno al teclado, ideas que necesito despabilar para que lleguen a ser palabra escrita y horas frente al monitor con la creatividad "atrofiada", no es fácil la desempolvada.
En esto de la creatividad, también ando en el proceso de querer salir del bloqueo en que he andado desde hace algunos años, me urge, pero, como suele ocurrir en estos menesteres, la creatividad tampoco se puede forzar, hay que dejarla fluir, que sea libre. Ahí sigue, acumulándose, amontonándose y desbordándose, de manera caótica, y al parecer me ha hecho bajar los pinceles y los colores, ahora quiere volver a escribir.
Y aquí estamos (yo y mi otro yo, que también soy yo), retomando la escritura y este tugurio llamado blog, al cual en algún momento pensé en borrar parte de su
contenido, con el que ya no me identificaba, y otras tantas borrarlo por
completo del mundo virtual.
Vamos a desempolvar la escritura, y también hay que darle una desempolvada al que escribe, para los fines que sirvan, como una válvula de escape, como una canción de amor mientras tanto.
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