jueves, 17 de diciembre de 2009

Buena estrella

Hoy no tengo algo original, hoy no tengo palabras exactas... creo que lo que siento, y pienso, lo simplifica esta canción del señor Fito Páez... Buena Estrella:

Ya ha corrido mucha agua debajo de este puente
me ha sobrado y me ha faltado inspiración
puede ser que suene muy desafinado
es que me desafina el corazón
vamos hoy a levantar la copa del amigo
necesito estar lo más cerca que pueda de ti
y fundirme con tu espíritu divino
y sentir que sí, se puede ser feliz

Times are changing
times are changing
times are still changing
they're changing for me

A todos algo ya nos ha golpeado duro
y vimos algo tras el velo del amor
pero es que ya no soy tan chico ni tan puro
que hasta me parece ingenuo el rock and roll

He perdido y encontrado mi cabeza
despertándome en el charco de la sangre del mezcal
con la cara un poco más desfigurada
ten cuidado con las mezclas y a no desanimar

Times are changing
times are changing
times are still changing
they're changing for me

Es genial por fin haber tocado fondo
porque ya no se puede bajar mucho más
¿ves ése hilo de luz que está ahí arriba?
es tu buena estrella, te protegerá

Entonces cuando todo al fin se vuelve insoportable
cuando el mundo y el veneno dan dolor
todavía sigue allí tu buena estrella
buena estrella para todos, para vos

Times are changing
times are changing
times are still changing
they´re changing for me

Yo también jugué muy sucio
y en eso estoy de acuerdo
cuando hable desde el sentido y la razón
pero es que existe una ley
nadie es perfecto
vos también tendrás lo tuyo corazón

Nos veremos en la cárcel o en conciertos
yendo tras de algún perfume de mujer
ya nos vemos en el siglo veintiuno
una buena estrella también viene con él


*Hasta ahora puedo ver con claridad... he sido imprudente, antes que descuidado, y si por algo pasan las cosas, creo que apenas estoy entendiendo de qué se trata el juego.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Hace no mucho

Hace no mucho éramos felices
no necesitábamos tantas cosas,
no deseábamos y añorábamos serlo,
la sonrisa nos brotaba naturalmente
y lo hacíamos por gusto.
Ahora nos cuesta trabajo serlo
nos cuesta tanto reírnos
cuando tenemos tribulaciones por rostro.

Hace no mucho éramos fuertes
nos caíamos una y otra vez
y nos levantábamos del fango,
sacudíamos nuestras ropas y volvíamos a correr
sin miedo de volver a caer.
Ahora nos hemos vuelto temerosos
vivimos atemorizados por la incertidumbre
del siguiente paso
y caminar se convirtió en una carga pesada.

Hace no mucho nos sorprendía todo
mirábamos emocionados, conocíamos emocionados
escuchábamos y tocábamos,
todo era excitante, todo era nuevo.
Ahora que lo conocemos
damos por hecho que lo conocemos,
no nos divierte, no nos fascina,
ni siquiera causa curiosidad
damos por hecho que ya lo conocemos todo
que no nos damos la oportunidad
de reconocer las cosas,
de reconocernos.

Hace no mucho éramos más sensibles
reíamos y llorábamos,
nos enojábamos y nos sentíamos tristes,
libremente, no teníamos que esconderlo.
Ahora no permitimos que eso ocurra
para no sentirnos vulnerables,
para no mostrar "debilidad".

Hace no mucho éramos muy diferentes a ahora
hacíamos y veíamos las cosas de diferente manera
¿dónde estamos ahora?
¿quiénes somos ahora?

Hace no mucho no éramos perfectos,
tampoco ahora,
pero éramos más libres.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Mucho tiempo, pocas ganas

Esta entrada debería comenzar con algo como: "sí, he descuidado el blog", pero ¿para qué hacer más evidente lo obvio? Y tengo todo un saco de pretextos para justificarme: la chamba, falta de inspiración, que ya estoy durmiendo a mis horas (lo cual creo que afecta mi inspiración), flojera, etc.; pero todo se resume a unas cuantas palabras... simplemente no me he sentido con ganas de escribir en este blog. Más aún ahora que tengo que estar enclaustrado y guardando reposo gracias a una fractura que traigo en el quinto metatarsiano (sí, se ve y se siente tan doloroso como se oye).

No pude evitar tomar una foto del desaguisado ¿Por qué será que nos gusta documentar estas cosas y presumirlas con gran orgullo?

Tengo que estar con la pata enyesada durante un mes, cosa que me deprime mucho. No me preocupa lo que pueda o no pasar en mi chamba (estoy bajo contrato temporal aún), lo que me deprime en demasía es el no poder caminar. Y es que de eso vivo, por decirlo de alguna manera.

Soy una persona a la que le gusta caminar, vagar y perderme por los rincones de la ciudad, es una actividad que me relaja, es mi terapia para no recobrar la cordura que te hace recordar que el mundo apesta. Disfruto cada paso que doy, las largas zancadas que me permiten acortar la distancia en cada trayecto. También sé caminar lento, como quien quiere acariciar el viento y acurrucarse en su vaivén. Caminar es el mejor psicólogo que me he conseguido... es más barato.

Ahora que no lo tengo, los días se hacen lentos, me he vuelto un poco claustrofóbico y más antisocial de lo que ya era. Y seguramente me clavo mucho en la textura, no es para tanto, un mes se pasa pronto y lo primero es mi salud. Pero cómo me pesa el no poder moverme a mi antojo, aunque ya empiezo a disfrutar el tener que llegar dando brinquitos al baño.

Mientras tanto, veré cómo retomar el blog y darle nuevamente el rumbo que había perdido en los últimos posts.

Voy a tener tiempo de sobra ¿no?

domingo, 16 de agosto de 2009

8

El otro, que también soy yo, me cuenta cuentos por las noches... y no le creo los que debería creerme.

... Y viceversa.

lunes, 6 de julio de 2009

A contratiempo

De un salto me levanto de la cama en cuanto suena el despertador, son las ocho. Lo apago y me dirijo al baño, reconozco mi reflejo entre el vapor que emana del chorro de agua caliente, y sonrío. Después de un rico baño estoy listo para rasurarme la manifestación de hormigas de cada tercer día, repito la rutina agua-navaja/navaja-agua por unos cuantos minutos hasta que llega el turno del alcohol para prevenir la irritación. Vuelvo a mirarme al espejo para dedicarme otra sonrisa, dedicatoria extensible para el que está del otro lado del cristal, y repito las sonrisas en cada oportunidad en que coincidimos mi reflejo y yo durante todas las actividades previas al desayuno. No he encendido el televisor, como suele ser costumbre, hoy no, no quiero comenzar la semana de malas.

Dos huevos estrellados después, y pan con mantequilla, tengo que ir al súper. La terapia de sonrisas idiotas parece haber cumplido su cometido: estoy de muy buen humor. No tardo mucho tiempo en dejar todo arreglado antes de marcharme, me conecto el iPod, tomo las llaves, y allá voy. Mientras me dirijo hacia la parada del camión me percato que John Travolta parece haberse posesionado de mi cuerpo, porque me siento como en la última secuencia de Staying Alive, pero con música de L'Arc~en~Ciel (eso o caminaba extremadamente ridículo), cosa que pierde importancia conforme voy haciendo las compras.

El exceso de bolsas ayuda a decidirme a parar un taxi de regreso a casa, y el taxista insiste en hacerme plática desde antes de abordar la unidad, se trata de un joven que a simple vista parece de 23 años. Como hoy me encuentro más jovial que de costumbre le sigo la plática. Entonces aparece el tema de la Selección Mexicana, la política, las elecciones del día anterior, la situación económica, Honduras... Todas esas cosas que me había decidido a olvidar hoy y que había bloqueado con mi terapia matutina. Gracias por el bocado de realidad amigo mío.

Y llego a casa con la pesadez del cuerpo de nueva cuenta, el dolor punzante en el hombro, el brincoteo del ojo, y el zumbar de los oídos. Vuelven las preocupaciones y las maldiciones en silencio. Afuera está soleado pero adentro es gris, gris azulado. Entre el desánimo y la apatía me doy cuenta que algo cambió, algo me nubló la vista, y seguramente fui yo, no el día, no el taxista.

Tengo que trabajar más, y mejor, en la terapia matutina. Tengo que aprender a no dejar que las tribulaciones me empañen el buen humor. Y me cuento cuentos para traer de regreso al señor Sol. Por hoy los canapés de realidad se me acabaron. Mañana tendré otra oportunidad para volver a hacerlo... mejor.

jueves, 11 de junio de 2009

No los envidio

Les leo, les escucho, y les veo tan ilusionados... y no los envidio. No lo hago porque no existe tal cosa llamada 'envidia de la buena'. Me ilusiono con ustedes, igual que ustedes, y añoro como ustedes. "Algún día", me digo, así como ustedes lo hacen; y me dedico un "quiero seguir creyendo" cuando mi fe en la humanidad decae.

No los envidio porque todos ustedes son quienes me susurran al oído esas palabras tan llenas de sabiduría y esperanzadoras, que me hacen creer y querer volver con nuevos bríos, que me incitan a escribir nuevas historias que hace mucho no plasmo en las páginas de mi vida, y me dan esas cosas que me hacen el día.

¿Cómo podría envidiarles?

Al contrario, se los agradezco...

lunes, 1 de junio de 2009

7

¿Cuándo es demasiado amor? No lo sé, pero todos sabemos cuando no es suficiente.

6

Quisiera tener un río donde poder patinar

martes, 26 de mayo de 2009

Me gustaría

...detener tu reloj
para mirarte a los ojos
y preguntarte únicamente
si tienes las mismas ganas que yo
de conocerte, de conocernos
y olvidarnos de toda esencia
abandonarnos de un "tal vez"
dejar que ese "a ver qué pasa"
sean solamente palabras
y no el significado
invitarte un café
para platicar qué ha sido de nosotros
en tantos años
pasando desapercibidos
intercambiando las ideas
cenando ante un atardecer melancólico
así, livianos,
lejanos de toda etiqueta
lejos de lo kitsch, de lo snob
y preguntarte únicamente
si tienes las mismas ganas que yo
de conocerte, de conocernos

21/03/04

domingo, 17 de mayo de 2009

Adiós don Mario

Hoy, 17 de mayo, murió en Montevideo (Uruguay) Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia, mejor conocido como Mario Benedetti a los 88 años de edad. Hablar de su vida y obra en este blog sería redundante y no haría un post lo suficientemente decente ni a la altura de la trayectoria del señor; decir que el primer libro de poesía que tuve en mis manos (Las Soledades de Babel) era de él, resultaría un cliché desgastado.

Sólo puedo decir que quedé atónito al saber la noticia y me dejó un impresionante vacío. Y un poco vacío se quedará este mundo sin su presencia, pero su obra quedará impresa en las habitaciones de nuestro recuerdo. Adiós don Mario, eras, eres, y seguirás siendo un grande.

Aquí dejo uno de sus poemas, tal vez no el más representativo, pero es uno de los que les tengo gran aprecio.


Mengana si te vas

Mengana si te vas con el zutano
yo/ tu fulano/ no me mataré
simplemente los seguiré en la noche
por todos los senderos y las dunas
vos gozando tal vez y yo doliéndome
hasta que vos te duelas y yo goce
cuando las huellas a seguir no sean
dos tamañas pisadas y dos breves
sino apenas las de tus pies dulcísimos
y entonces yo aparezca a tu costado
y vos/ con esa culpa que te hace
más linda todavía/ te perdones
para llorar como antes en mi hombro

jueves, 14 de mayo de 2009

¿A poco?

Resulta que en un ataque de egocentrismo puro, tecleo en la cajita de Google el nombre de mi bló y ¡oh! sorpresa:



El Diario de Madryn ha publicado uno de mis textos de este bló (lea el post original aquí para que no crea que esto es una alucinación del señor dueño de este changarro). Diría que me gustaría agradecer a la Academia y a mis padres y amigos, pero lo que realmente quiero saber es cómo se enteraron de este espacio y quién demonios les dio la autorización de usar uno de mis textos sin siquiera darme las gracias.

Bueno, al menos aparece de dónde lo extrajeron. Hubieran puesto un link a este changarro.

Y sigo sin creérmelo.

domingo, 10 de mayo de 2009

Esta noche

1999 (En algún día perdido)

Esta noche me voy a suicidar
voy a destrozar el lado izquierdo de mi corazón
para no sentir nada
por un tiempo indefinido

Me largaré a un país lejano
olvidaré lo que he hecho, quién soy
borraré mi nombre con cenizas
para no sentir dolor

Dejaré a mi alma enclaustrada
perdida en algún rincón
voy a abandonarme de mis sueños
y me lanzaré al vacío

Voy a suicidarme y, cuando lo haga,
exterminaré ese recuerdo de sufrimientos
voy a matar las ilusiones y a las hadas
y todo se habrá consumido

Sólo pienso llevarme algunas cosas
una frase, una reflexión,
idioteces sin sentido, y una pregunta postergada
para no sentir dolor

Voy a destrozarme el lado izquierdo del corazón
nada importa cuando nadie espera
cuando a nadie se extraña
esta noche me voy a suicidar

miércoles, 29 de abril de 2009

Aquí seguimos

Nada más pasaba a avisarles a mis queridos dos lectores que seguimos vivos, sólo que no cuento con los medios ni la comodidad de mi propia máquina y conexión a internet para seguir posteando (gracias a la señorita influenza que decidió salir a vacacionar). Esperemos que pronto regrese por mis terruños para seguir con el contenido habitual (y brutal) de este y el otro changarro.

viernes, 17 de abril de 2009

No preguntes

No me preguntes acerca del amor porque seguramente veré las cosas muy distintas a como tú lo haces. No preguntes por qué mis respuestas serán todo aquello que no quieres escuchar.

No me preguntes acerca de que tan enamorado(a) te ves porque -créeme- muy pocas parejas merecen mi respeto, y a ti no te veo 'brillar' cuando sonríes.

No me preguntes por todo aquello que esperas sea aprobado por los demás porque, puede que por amargado o realista (un pesimista mal disfrazado), yo no me mostraré conforme con lo que no puedes dar, e insistes en creérlo a la inversa.

No me preguntes por gustos musicales, los míos son 'raros'. Únicamente trataré de metértelos a la fuerza.

No me preguntes por temas religiosos o políticos, me causan flojera, y haré uso de mis chistes ácidos para hacerte desistir de cualquier intento por debatir acerca de los mismos.

No preguntes acerca de mi opinión sobre la humanidad porque, al igual que Dr. House, te diré "la gente no cambia, tómame como ejemplo, no dejaré de decirte que 'la gente no cambia'".

No preguntes qué tan malo, ojete o mamón, de mente cerrada, o qué tan sarcástico puedo llegar a ser. Lo más seguro es que te conteste de forma exagerada, o que mis superlativos sean inversamente proporcionales a los adjetivos que emplee.

No preguntes por qué -a veces- suelo odiar a la sociedad, por qué me gusta sentirme como un fantasma, y que nadie me note, por qué me manejo -también- un perfil bajo. Simplemente me canso de ser humano (como dice Neruda).

No me preguntes, porque no te voy a responder esas cosas. Se me hacen tan obvias.

No preguntes, que yo solo me sé de explicaciones. Así soy, así me hice, y ha sido todo un arte, en mi caso, hacerlo.

No preguntes, porque yo sé de contestarme.

martes, 14 de abril de 2009

La lista

Hoy voy a hacer mi lista
y no la del súper
sino el de las prioridades
primero, cuidaré de mí
retomaré la fe en mi persona
y volveré a creer /en algo o no sé
segundo, procuraré mi salud
tercero, -espero- darle un rumbo a mi vida

De ahí en adelante
seguirán toda la bola de estupideces
por las cuales se hace necesario
replantear las listas
y no las del súper
sino las de prioridades.


12/07/04

sábado, 11 de abril de 2009

Retazos

¿Cuál era tu nombre?
Ahora tu rostro es muy difuso
aun cuando sé que hubo un tiempo
donde no fue así
¿Cómo eran tus ojos?
El brillo de tus parpados
finalmente, con pobre fortuna,
se opacó bajo la misma Luna
¿A qué sabían tus labios?
Si ya he perdido el gusto
y me amputé las papilas gustativas
cuando todo supo amargo
¿Cómo sentían tus manos?
Cuando ya no tiemblan más
entre las mías
y les sacaba verdades a ratos
¿Era cálido tu cuerpo?
Ahora que sólo en sueños
ocupas un lugar en mi almohada
perdida en el hielo
¿Y tu sonrisa era mía?
Difícilmente puedo recordar
la marca de tus dientes,
la que se quedaba grabada
en casi todas las cosas.

Eres tantas y eres pocas
que te confundo a menudo
y no atino a saber cuál eras realmente
de entre todas.

Te he convertido en un híbrido
y no recuerdo
cuál se quedaba y cuál se iba.

Seguramente fuiste todas las que huyeron.


6/07/04

domingo, 5 de abril de 2009

5

Quiero creer que sigo creyendo...

Maldita realidad, me hace tan difícil la tarea.

sábado, 4 de abril de 2009

4

Quiero creer que soy yo, pero ¿se han dado cuenta que ahora se regalan los 'te amo' con la misma emoción y compromiso con la que entregamos una bolsa de canicas?

lunes, 30 de marzo de 2009

Raro

'Raro' es el adjetivo más recurrente que la gente emplea para describirme, y no porque tenga alguna cualidad física sorprendente. Al principio me confudía el que me catalogaran así, porque no sabía a qué demonios se referían, posiblemente tenía alguna enfermedad cerebral degenerativa que ocasionaba que mi materia gris me jugara malas pasadas para que no me percatara de las estupideces que hacía y decía. A final de cuentas, no entendía que pudiera haber de extraño en mí. Y me di cuenta que la estupidez radicaba en hacerme ese tipo de cuestionamientos impertinentes. Total, algo me decía que serían muchas las veces que seguiríamos escuchando el mismo calificativo para referirse a mi persona.

Con el tiempo, dejé de darle importancia hasta que empecé a encontrarle el gusto. Ahora recibo como un halago que me llamen así -'raro'- me hace sentir alguien importante (sí, alimenta mi ego). Y debo confesar que lo he llegado a disfrutar tanto, que me esmero en ganarme el adjetivo desde hace varios años.

Recuerdo que cuando era un puberto, mi hermana siempre me decía que me gustaba llamar la atención, por lo que mis supuestas 'rarezas' no eran más que un ardid publicitario. Eso lo explicaba todo: el instalarme en el personaje que me achacaban mis amigos y compañeros de clases, el inventarme una terminología bastante pintoresca, el mantener diálogos conmigo en voz alta a cualquier hora y en cualquier lugar (mi padre pensó que estaba loco la primera vez que me encontró haciéndolo), o el uso arbitrario del plural para sustituir las conjugaciones en primera persona.

Al paso de los años, los 'raros' se hacían más frecuentes, por lo que decidí ayudar a la causa: comprar lentes de colores llamativos, tener una colección de gorros 'ridículos', zapatos azules y rojos, y todo un cajón lleno de calcetines folclóricos de los que rara vez uso el par coordinado (no me visto de noche ni con los ojos cerrados, así me gusta usarlos). Tenía más que estudiado el personaje.

Hasta que un día, me doy cuenta que hay manías y comportamientos compulsivos, que hay deshoras de sueño, gustos musicales que van de lo sublime a lo ridículo (y de varias partes del mundo), que tengo principios -de nosedonde- que me niego a traicionar, connotaciones diferentes de cosas tan triviales, que hay muchas historias interesantes que contar, y muchos defectos y virtudes que estaban ahí, acompañándome desde siempre. El personaje era la verdadera persona, y quien yo creía que era la persona, resultó ser un personaje. Fue entonces que 'raro' se volvió el adjetivo más recurrente para describirme, y no porque tenga alguna cualidad física sorprendente.

Y a la vez no soy tan raro, sino que me voy conociendo y me voy sorprendiendo del que soy día con día... y lo estoy disfrutando. Sí. Más bien, soy complejo, demasiado complejo hasta para mí mismo.

Tan complejo como cualquier ser humano.

jueves, 26 de marzo de 2009

Últimamente he estado intercambiando estados, entre la emoción y la desilusión, con la misma rapidez con la que me enamoraba y desenamoraba cuando estaba puberto. Es una constante que me provoca sentirme como un extraño en mi casa, como un extranjero en esta ciudad, un extranjero de la vida.

Intento realizar mil tareas y termino haciendo nada. Comienzo organizando las carpetas de mi computadora y, cinco minutos después, me aburro y me pongo a lavar los trastes, luego intento limpiar la casa, ver un poco de T.V., salir a caminar para no ahogarme en la jaula que simula ser mi casa, y varios etcéteras; pero no consigo estar concentrado en una sola actividad, o dedicarle el tiempo necesario. Pocas son las cosas que logran retener mi atención, y el número se reduce drásticamente con las que pudieran incitarme emoción alguna.

Escribo y no escribo -¿para qué o quién escribo?-, diseño y no -¿por qué hacerlo?-, miro unos ojos y me arranco los míos -ojos que no ven-, escucho las noticias y me amputo los oídos; pareciera que todo está visto, dicho, y escuchado. Lo único que logra distraerme por algunos instantes de esta ínfima realidad es toparme con algo de J-Pop, unas Pringles de queso (a veces), y dibujar.

Con lo ambivalente que son mís días, es una suerte que no me haya desilusionado de respirar.

lunes, 23 de marzo de 2009

Debe haber un burro al que la primavera le valga madre

Acá entre nos, mientras la mayoría de la gente se muestra altamente agradecida con la madre naturaleza por tener que cambiar los abrigos por ropa más ligerita, entre que los colores se saturan y parecen más 'vivos' que el resto del año (eso o mi pupila está obscenamente dilatada), y que los pajaritos parecen tener una vida social más activa que de costumbre, con la llegada de la primavera a mí se me acabaron los días felices.

No es que sea bipolar, ni porque tenga que emprender una empresa que me haga sentir miserable, más bien se trata de una cuestión de gustos: yo soy feliz cuando el cielo está nublado, adoro la lluvia, y me ahogo cuando no hace frío. Soy feliz sólo seis meses al año (aunque con el cambio climatológico, la cifra se ha vuelto inconstante). Los días calurosos se me hacen días 'equis', no los soporto, sobre todo porque en estos lares el calor es seco y con mucha suerte llegas sudar, lo que hace que uno sienta que la sangre está en ebullición constante y deja abierta la posibilidad de que te llegue a explotar la aorta por tanta cocción.

En fin, los próximos meses tendré que re-acostumbrarme a ser feliz por ratos.

Son los días que quisiera que pasaran pronto, sin embargo son los que corren más lento.




...Y sigo sin entender qué demonios le ocurre hormonal o psicológicamente al burro para ponerse como se pone en primavera.

viernes, 20 de marzo de 2009

Entre juramentos y declaraciones de guerra

Con los amigos existe un código ético, sin palabras ni contratos, donde ambos saben que hay cosas que no se pueden, o deben, hacer por el bien de la amistad. Hay límites que no pueden cruzarse, actos que no puedes permitirte, y finos hilos transparentes que no deben rasgarse. Es algo implícito en la relación. Y, por ende, sabes a qué atenerte el día que cruzas esa delgada línea.

Cuando te sabes traicionado ¿Quién es más culpable? ¿Aquel que traiciona tu confianza o tú que todavía le tienes fe a la humanidad?

miércoles, 11 de marzo de 2009

Maldita Modernidad

Inspirado por esta entrada de la señorita Mi Alma.

Estoy sentado frente al monitor, miro el reloj con insistencia y la manecilla pequeña apenas se anima tímidamente a cortejar al 'doce'. Sigo sin sueño -rara vez me sorprende antes de las dos de la mañana-, y abro la ventanita del MSN para ver si encuentro a otro desvelado como yo... nadie. Entonces abro el TweetDeck y me la paso inventando formas ingeniosas de escribir incoherencias con sólo 140 carácteres (es un reto aunque no lo parezca), cambio de Internet Explorer a Firefox, abro el MSN, nuevamente, y entro a mi hi5 para ver qué tienen de nuevo mis amigos, y para pasar el rato.

A los cinco minutos, y ya aburrido, entro a YouTube buscando un símbolo de paz... o los grandes hits en video. Todo está documentado como si se tratara de un diario visual, sin el ya conocido "querido diario": gente tratando de llamar la atención de otra gente, comerciales, videos musicales, toda clase de eventos, etc.

Cierro la ventana. Ahora regreso al explorer e ingreso mis datos para escribir en mi blog, abro la página de la RAE para cuidar minuciosamente mi ortografía, que seguramente me va a fallar, comienzo a escribir otra entrada casi por inercia, por costumbre -casi vicio-, y enciendo un cigarrillo mientras busco alguna página donde pueda escuchar mis rarezas musicales para inspirarme. Termino de escribir, un click al botón de 'publicar', una última checada al texto, y estoy listo para salir al mundo... coqueteando con Google.

Descargo música, libros, veo fotos de los lugares que me gustaría visitar, revoloteo un rato por Wikipedia, leo las noticias, por fin se conecta alguien por MSN, chateo, intercambio imágenes y archivos, reviso las tarifas de vuelos de avión hacia destinos que jamás conoceré, entro a los museos virtuales, los directorios turísticos, páginas deportivas, preguntas y respuestas, leo otros blogs, reviso mi e-mail infinidad de veces, pornografía, sigo escribiendo incoherencias vía twitter, entro a las páginas de ciencia, busco letras de canciones, los acordes, tutoriales de diferentes programas, echo a andar mi antivirus por un maldito pop-up que amenaza con echarme a perder la diversión, busco mi casa con imágenes satelitales, descargo actualizaciones, me pongo a jugar en línea, instalo plug-ins de todos los reproductores de audio y video existentes en mi PC...

El mundo está al alcance de un click —me digo con una sonrisa—, no me hace falta nada, todo está aquí.

Me percato de la hora: las cuatro de la madrugada. Hay que dormir porque mañana la jornada comienza desde temprano y ya fueron muchas horas sentado frente al monitor. Me quedaron algunos pendientes, pero mañana enviaré esos archivos, veré las páginas corporativas de los clientes potenciales que me pidieron investigar, y descargaré los efectos de sonido que necesito para el interactivo que tengo que entregar el martes.

Al final, hice de todo y nada, dije mucho y poco, y todo frente a un monitor. Las palabras recibidas por el MSN, la respuesta del servidor, o la confirmación de mis datos, me hacen creer que hay alguien del otro lado. Y sí está, igual que yo... sólo, reflejando las mismas, o más, actividades de esta rutina diaria, esperando a que la computadora cobre vida y le arranque la cabeza con una mordida para no saberse en soledad. ¿Hay alguien ahí?

Es hora de apagar la PC, la televisión, el celular. Sí, son cosas que ayudan, pero a veces me estorban.

Estoy en la puerta y le digo 'chau' a mi agorafobia.

Un mundo espera afuera...



"La soledad es la ecuación de la vida moderna"
La Vida Moderna - Fito Páez

sábado, 7 de marzo de 2009

3

Me han creado un dilema existencial:

¿Cuando es políticamente correcto llamar novia a la pareja, o pareja a la novia?

lunes, 2 de marzo de 2009

Apuntes de un mes que se perdió

Hoy fue el último día de mi tallercito de técnicas de representación arquitectónica (¡guau! suena tan importante el término). Se cerró un ciclo con varias anécdotas curiosas y algunas memorables, y no puedo evitar sentirme algo triste. No es que extrañe a mis 'mostritos', que le agregaron dos canas a mi hermosa cabellera sedosa y reluciente (ajá), es por la docencia.

El segundo del año significó un mes muy entretenido, revitalizante, lleno de trabajo, y a la vez divertido y revelador. Me voy dando cuenta que le encuentro un gustillo muy exquisito a la enseñanza, y a torturar las mentes de los chamacos imberbes (¿por qué no? Ja, ja), que el estar compartiendo -con alguien más- todo lo aprendido es mejor que acumular conocimiento para sí mismo, que no me desanima encontrarme con veintitantos alumnos que hacen sus tareas por obligación, o por pasar la materia como sea, mientras hayan dos o tres a los que les haya servido de algo mi apoyo, y que tampoco me importa tener que regresar diez, veinte, o treinta veces, por los veintitantos restantes para que entiendan que no es a mí a quién le tienen que demostrar que sí pueden, es a ellos mismos. Y que al final del día, no me importa si no se despiden de mí o si me dan la gracias, mientras yo pueda afirmar que fue un placer trabajar con ellos, me doy por bien servido.

Cada vez me gusta más la docencia, y me emociono como la primera vez que di clases, hace algunos años, así como también encuentro terapéutica la escritura, como cuando comencé a escribir, o cuando abrí este changarro (es increíble que ya casi es un año, no pensé durar tanto). Y estoy feliz por este mes tan grandioso, con una hermosa constancia que acredita que impartí mi tallercito (de hecho, no está hermosa, es una cartulina tamaño carta, en blanco y negro, y con el logotipo de la universidad, pero de que tiene valor curricular, lo tiene), y al mismo tiempo me queda ese saborcillo agridulce de no pisar otro salón de clases por tiempo indefinido -ojalá y no pase tanto para volver a hacerlo.

Sí, es por la docencia... y no es que extrañe a mis 'mostritos', sino que anhelo tener más.

viernes, 27 de febrero de 2009

Back to school

Hoy volví a aparecerme, después de algún tiempo, en mi casa, mi alma máter, mi universidad. Es tan mía y no, a la vez.

Ya nos pusieron techo en el 'T', el Sol ya no pega como antes, pero nos echó a perder el reloj solar. La cafetería es tan diferente a lo que yo recordaba: ya tienen dispensadores de refrescos, el menú es de lo más variado (me pregunto si siguen preparando los huevos radioactivos en el desayuno), y cada vez se parece más a una cafetería de universidad de paga que a una de terminal de autobuses. La credencial -por fin- cumple con su función (una especie de tarjeta de crédito multi-pluri-funcional) y dejó de ser sólo un accesorio de lujo. Y, así, los cambios son evidentes, como si hubieran pasado más de ocho años. Pero el 'L', ese edificio que era el templo, hostal, y guarida, de una vida universitaria, es lo que menos reconozco.

Nos quitaron el bonito gris que nos relajaba y fue sustituido con amarillo, y un uso arbitrario de colores primarios y secundarios que ni el mismo Barragán hubiera empleado en su obra; los 40 salones fueron mutilados para dar cabida a 60 que nunca se llenan ni son ocupados; le dije adiós a las bonitas jardineras que engalanaban los espacios muertos, ahora nos dieron puestos de mercado sin reces, licuados, o comida, sólo restiradores amontonados para la comodidad(?) de los alumnos, y que hacen más difícil el traslado entre salones; la "pecera", el centro de exposiciones por excelencia -donde no cualquiera tenía el privilegio de exponer trabajos ahí-, murió, ahora tiene varios hijos huerfanos en todos y cada uno de los salones, que se asemejan cada vez más a un zoológico (¿'on 'tá el osito panda?); y nos dejaron sin nuestro lápiz (una pared con un lápiz pintado simulando una letra 'L' que era la parada obligatoria al final de la jornada estudiantil).

No todo está tan cambiado, pude distinguir algunas caras de la vieja guardia, mis ex-profesores. Manuelito me sigue preguntando por mi falda y mi cabello morado, el 'cubano' sigue tratando de reconocerme y yo sin saludarlo -me sigue cayendo mal-, el 'zanahoria' sigue con su sistema Another Brick in the Wall en sus clases, una de las 'frijolas' me saluda efusivamente, y Marta... fue la más sorprendida y feliz de verme. Fue -y es- de las mejores profesoras que tuve, la que me hacía renegar y rabiar, la que más entendió -ahora- mi gusto por la docencia, con la que intercambiamos anécdotas, peripecias, y tips del proceso educativo, y fue la que me dedicó los mejores y más sentidos deseos para conseguir la plaza en esta casa, aunque en otro campus.

Sí. Por un momento añoré esas épocas en las que me quejaba por la excesiva carga de trabajo, las tardes de los viernes en 'las abuelas' (centro de convenciones y salón de fiestas de 3:00 a 9:00 p.m.), y la ausencia de 'dormir' y 'comer' en mi lista de verbos, pero... ahora estoy de este lado.

Es tan mía, y no, esta casa. "La sangre llama" -supongo.

domingo, 22 de febrero de 2009

Espacios en blanco

Mi musa se encuentra durmiendo en mi cama, esperando por mí. Se fue a dormir sola y visiblemente molesta porque, durante varias semanas, no le he puesto la atención debida. Yo le digo que es por el portafolio de trabajos que tengo que terminar urgentemente, que si las clases para mis 'mostritos' de la universidad, que las ilustraciones que hay que entregar el próximo mes, o que si el logotipo por trabajar. Ella se enfada, se fastidia, con razón justificable, y amenaza con abandonarme un día de estos. Entonces, hago un receso para jugar un rato con ella, y después de varios intentos fallidos:

"Raro, es el adjetivo más recurrente para..."
"Cuestan trabajo estos días porque..."
"Me gusta cómo suena 'bajo presión', es un término bastante oportuno cuando..."

Y nada, mi cerebro se encuentra molido por tantas ocupaciones. Encojo los hombros y dirijo la vista hacia otro lado, no puedo mirarle a los ojos. Ella me da un beso tierno en la frente y se va a dormir. Es su forma -muy peculiar- de manifestarme su enojo.

Quiero decirle que espero terminar esos escritos, tal vez algo como "gorrión gorrión", mínimo; que los 'mostritos', y los demás proyectos, merecen algún comentario. Y sé que encontraré algún tiempo para 'bitacorarlos'.

Quizá no lo sabe, pero la extraño mucho.

sábado, 14 de febrero de 2009

Pensamientos idiotas 2

¿Realmente alguien se pregunta el por qué no duermo?

martes, 10 de febrero de 2009

Es lo que jugabas

Me encontraba trabajando en mi portafolios de trabajo, resolviendo unas cuestiones técnicas, cuando me dije a mí mismo: —mí mismo, te va ganar la hueva. Tienes razón —me contesté desvergonzadamente. Acto seguido, me metí a internet para ocupar mi tiempo en cosas menos productivas. Y fue en el blog de Violeta, que sí es productivo a diferencia de éste, donde me encontré un post que me trajo muchos recuerdos de mi niñez y los juegos a los que dedicaba mis ratos libres. Uno de ellos es el de "gorrión gorrión", que solía jugar con mis primos (y que, al parecer, la exclusividad del juego era propiedad del pueblo donde vivían, porque no recuerdo haberlo jugado en otro lado). Los preparativos, la planeación, desarrollo, y realización del juego, eran todo un arte.

Todo iniciaba cuando a algún idiota se le ocurría decir "vamos a jugar gorrión gorrión", y otros tantos, más idiotas que el primero -incluido yo-, accedíamos animados. Entonces, nos sentábamos alrededor de un círculo y cada uno tenía que decir que animal era (no necesariamente confesar la estupidez propia, sino decidir si se era 'pato', 'vaca', etc.), y no se valía repetir animales, sólo podía haber uno de cada especie y sexo (estábamos más jodidos que Noé, el del arca). De todos los participantes, uno, que generalmente era el que tuvo la idea de realizar tan ociosa actividad (no recuerdo si este tipo tenía algún nombre en particular dentro del juego, pero sí recuerdo su función dentro del mismo), se armaba de un cinturón, cuerda, o mecate. Con todos estos detalles resueltos podíamos realizar el ritual.

Para comenzar, el... vamos a ponerle "el niño del cinto", escogía a alguno de los participantes al azar, o arbitrariamente si se le daba su regalada gana, éste debía ponerse de pie y, cuando se inauguraba oficialmente el congreso de "gorrión gorrión", el participante 'vaca', por ejemplo, tenía que correr alrededor de los demás seguido por "el niño del cinto" quien blandía vigorosamente el cinto y de vez en cuando lanzaba dos que tres riatazos bien acomodados en la humanidad del participante. Pero, ¿ese era todo el chiste? No. Como todo juego de niños, la lógica era lo menos importante, por lo tanto había que llenar todos los huecos con un diálogo que se llevaba a cabo mientras duraba la flagelación. Y, si mi memoria no me falla, era algo así:

—Gorrión, gorrión —decía "el niño del cinto".
—Mande usted, señor —contestaba el participante 'vaca'.
—¿Qué hiciste hoy? —preguntaba "el niño del cinto".

Aquí la serie de preguntas y respuestas era intrascendental, excepto las primeras dos líneas que eran fundamentales (de ahí el nombrecito del juego). Lo realmente importante para el "niño del cinto" era hacer tiempo para poder soltarle riatazos a diestra y siniestra al participante en turno. Cuando el participante -casi- tenía la espalda roja, entonces venía la última e importante pregunta:

—¿A quién viste?
—Al elefante —le respondía el participante 'vaca'.

Entonces, 'vaca' podía descansar y sentarse con sus demás compañeros, mientras que 'elefante' debía ponerse inmediatamente de pie cuando se le nombraba, correr alrededor de los demás participantes, seguido por... sí, el horripilante "niño del cinto", y repetir el mismo diálogo 'kafkiano' hasta que intercambiaba su lugar por otro de los participantes.

También habían ciertas reglas importantes:

  1. Tenías que aguantar los embates del "niño del cinto" sin quejarte, de lo contrario el riatazo siguiente era más violento y temido.
  2. No podías tardar en contestarle al "niño del cinto" porque, de igual manera, el riatazo era más 'juerte'.
  3. Como en toda gran empresa, donde todas y cada una de las partes de la misma tienen una función y es necesario que la cumplan para trabajar en armonía, había que dejar hacer su trabajo al "niño del cinto" de vez en cuando. Esquivar algún golpe, o correr presuroso para que no te alcanzara con su cinto, sólo ocasionaría que se manchara contigo cuando te tocara levantarte nuevamente o que te golpeara aún cuando ya cambiaste lugar y te estás sentando (que era el único momento en el que eras inmune al "niño del cinto").
  4. No podías seleccionar a un participante al que le hubiera tocado su ronda de mazapanazos en el turno previo al tuyo.
Y así se nos podía ir toda la tarde hasta que al "niño del cinto" se le ampollaba la mano, o cuando alguno de los participantes resultaba herido (y era común que dijera "pido", aunque no recuerdo que fuera acompañado por la señal de amor y paz).

Ahora que recuerdo "gorrión gorrión", y que lo reflexiono profundamente, pienso que ¿a quién diablos le puede parecer divertido y 'etsitante' un juego donde corres como idiota, te pegan, y no ganas nada más allá de un ardor de espalda insoportable? Me imagino que para "el niño del cinto" era todo un mundo de posibilidades (aparte de ser notorio que jamás me tocó a mí ser el ya muy mentado "niño del cinto"). Pero, cuando uno es niño, no te importan esas cosas, lo realmente importante es divertirte e inventar nuevas formas para hacerlo.

Y usted amigo o amiga ¿También tenía juegos tan peculiares como el "gorrión gorrión"?

domingo, 1 de febrero de 2009

Es...

No pienso lamer mis heridas,
que autocomplacencia más asquerosa.

Sólo quiero guardar el traje y sentarme a ver televisión
por un tiempo indefinido,
sin cerrar las ventanas ni correr las cortinas.

Hoy no estoy,
mañana quién sabe...

lunes, 26 de enero de 2009

Pensamientos idiotas 1

¿Acaso no adoras que siempre sabes qué hacer
o qué decir cuando ya es muy tarde?

sábado, 24 de enero de 2009

Mi promesa

Prometo que cada día será un nuevo comienzo para nosotros.

Que cada vez que compartamos tiempo y vida
te regalaré una sonrisa y te tendré el mismo afecto
que la primera, la segunda, y todas las veces
que nos hemos encontrado en el mundo por acuerdo mutuo.

Que cuando guardes silencio, respetaré esas palabras mudas
hasta el día que quieras sean escuchadas.

Que puedes contar conmigo para lo bueno,
lo malo, y lo peor, dentro y fuera de horarios de oficina.
Tampoco hace falta que me tengas a la mano /como una aspirina
para que sepas que cuentas conmigo.

Que cualquier duda, comentario, sugerencia, y queja
que tengas acerca de mí
me la hagas saber a la brevedad posible,
o cuando creas necesario hacerlo.

Que no es requisito indispensable que recuerdes fechas y sucesos.

Que no estás obligada a dejar tus ocupaciones y vida social
para tener algunos instantes juntos.

También habrán algunos días,
sin saber cómo ni por qué,
que no contestaré al otro lado del cable,
y no es nada en contra tuya,
es sólo que, a veces,
la cordura y la razón del hombre
me cohíbe, me mata,
me agobia.

Habrán algunos días
donde éste /el que también soy
escupirá alguna estupidez sin razón,
y es porque éste / el que también soy
todavía le falta mucho por aprender
de la gente.

Habrán días oscuros,
donde mis ropas serán de ese gris /gris azulado
que en ocasiones todos vestimos,
y es porque hay días eternos
donde correr las cortinas,
abrir las ventanas,
y barrer los pisos,
no garantizan reencontrar la sonrisa.

Y habrán otros días,
donde una ceja tuya
se levantará por encima de la otra,
y un signo de interrogación se alojará
en la sala de tus pensamientos,
es porque, tal y como a ti te sucede,
yo también no me entiendo.

Es todo lo que puedo ofrecerte,
es un compromiso propio,
no pido nada a cambio.

Es algo que me prometí...
para ti.

viernes, 23 de enero de 2009

Desde la otra acera

Todo se ve más fácil desde la acera de enfrente, desde echarse un coyotito hasta las relaciones interpersonales. Es más fácil ver la vida pasar desde una banca extraña que percatarse de la persona sentada en la nuestra. Resulta cómodo escuchar las historias, leer los libros, y ver las películas, que sumergirnos en la vida real, donde uno puede ser el protagonista de su vida y la inspiración de mil suspiros. Es más simple pretender ser el curandero de los chakras defectuosos ajenos.

Todo se ve más fácil, suena tan fácil, y se logra tan fácil, desde la acera de enfrente.

Y debe serlo... Los complicados somos nosotros.

jueves, 22 de enero de 2009

Divorcio

Estoy a punto de divorciarme... de mi otro yo. Ése que escribe cosas fútiles. Y yo que soy metódico, decidí que no cabemos los dos en este blog, y tampoco en el otro al que fui invitado (minutos antes de inaugurar este changarro).

Mientras pienso en cómo establecer una convivencia en armonía, al otro ya le puse su depa aquí.

Hasta que el masoquismo los reúna de nueva cuenta.

martes, 20 de enero de 2009

Chachalidades

Más reflexiones de temas (des)variados, para comprobar que el matar neuronas es una labor ardua y complicada.


Introspectiva

Yo vivo en una introspección permanente. Es lo que me ha convertido en un perfecto alienado.


Autoanálisis

Actividad de esparcimiento para cuando uno decide sacarse la pelusa del ombligo.


Autocrítica

Una actividad sana, que ayuda a mejorar, a reconocer los errores propios, y a crecer como ser humano.

Lo único que odio es al crítico.


Preocupaciones

No me preocupa ir a dormir y no despertar, lo que realmente me preocupa es despertar y no saber en qué ocupar mi vida a la mañana siguiente.

viernes, 16 de enero de 2009

Malditas historias de amor

Malditas de historias de amor / juguetes obscenos
no es que sean excesivas o cursis
simplemente existen,
en las canciones olvidadas
en poemas devaluados / devaluados por ocio y gente
en algún diálogo hollywoodense
en portadas de revistas baratas.

Malditas historias de amor,
agobiadas de tanta lluvia,
de entrañas,
de finales felices, de cuentos de hadas,
la calabaza de las doce
o el café de las diez,
cansadas de clichés,
mutiladas por lo kitsch en boga.

Malditas historias de deshoras,
malgastadas, abaratadas,
despechado me oyen
y pido me escuchen atentas,
tres maldiciones escupo
y persisten amenazantes, asfixiantes,
malditas noches de paranoia.

Malditas historias de amor,
malditas mañanas de desvelo,
gastando tinta sin sentido
y todas ellas me ignoran,
pasen de largo, y ya después,
después haremos las paces
cual viejos amigos.

Ignórenme, les suplico,
por hoy nos declaramos la guerra,
aquí no son requeridas
malditas historias de amor.
Busquen a otros más dichosos
que hoy no soy rojo, verde, o azul
gris azulado es mi color.

Pásenme de largo
malditas, pequeñas y persistentes,
historias de amor.

lunes, 12 de enero de 2009

(Otra) Fábula

—Supongamos que quiero hacer amistad —dijo la tortuga.
—¿Y luego qué señora liebre? ¿Qué viene al final?

domingo, 11 de enero de 2009

El fin del encanto

Esa tarde, en aquel café que hace un año nos vio venir, el tiempo se detuvo por un instante, una fracción de segundo, sólo para ver qué ocurría, para atrevernos a que ocurriera. Y por un momento parecía ser así.

Esta vez no fuimos culpables o pretextos, sólo circunstancias a las que nos aferramos y que influyeron en nuestra decisión: la falta de grises en el alto contraste de mi vida y el hielo de tu glaciar. Y ninguno estuvo conforme con la conclusión de esta historia.

Por egoístas nos perdimos, y por cobardes nos despedimos... y un saco de 'hubieras' bajo el brazo.

Tú me pierdes a mí, yo te doy por perdida.

viernes, 9 de enero de 2009

La puerta de al lado

El azar vino a tocar a mi puerta, llevaba bajo el brazo las fotos de un pasado inmediato que quemé por matar misericordiosamente al bicho del recuerdo.

Mientras yo observaba a través de la mirilla, se me ocurrió preguntar "¿quién es?" al mismo tiempo que abría la puerta, olvidándome por completo del letrero que colgaba de la manija y dice "no molestar", y que yo había colocado varios meses atrás para evitar esas visitas sorpresivas e incómodas.


Debo ser demasiado cortés... o demasiado pendejo.