lunes, 2 de marzo de 2009

Apuntes de un mes que se perdió

Hoy fue el último día de mi tallercito de técnicas de representación arquitectónica (¡guau! suena tan importante el término). Se cerró un ciclo con varias anécdotas curiosas y algunas memorables, y no puedo evitar sentirme algo triste. No es que extrañe a mis 'mostritos', que le agregaron dos canas a mi hermosa cabellera sedosa y reluciente (ajá), es por la docencia.

El segundo del año significó un mes muy entretenido, revitalizante, lleno de trabajo, y a la vez divertido y revelador. Me voy dando cuenta que le encuentro un gustillo muy exquisito a la enseñanza, y a torturar las mentes de los chamacos imberbes (¿por qué no? Ja, ja), que el estar compartiendo -con alguien más- todo lo aprendido es mejor que acumular conocimiento para sí mismo, que no me desanima encontrarme con veintitantos alumnos que hacen sus tareas por obligación, o por pasar la materia como sea, mientras hayan dos o tres a los que les haya servido de algo mi apoyo, y que tampoco me importa tener que regresar diez, veinte, o treinta veces, por los veintitantos restantes para que entiendan que no es a mí a quién le tienen que demostrar que sí pueden, es a ellos mismos. Y que al final del día, no me importa si no se despiden de mí o si me dan la gracias, mientras yo pueda afirmar que fue un placer trabajar con ellos, me doy por bien servido.

Cada vez me gusta más la docencia, y me emociono como la primera vez que di clases, hace algunos años, así como también encuentro terapéutica la escritura, como cuando comencé a escribir, o cuando abrí este changarro (es increíble que ya casi es un año, no pensé durar tanto). Y estoy feliz por este mes tan grandioso, con una hermosa constancia que acredita que impartí mi tallercito (de hecho, no está hermosa, es una cartulina tamaño carta, en blanco y negro, y con el logotipo de la universidad, pero de que tiene valor curricular, lo tiene), y al mismo tiempo me queda ese saborcillo agridulce de no pisar otro salón de clases por tiempo indefinido -ojalá y no pase tanto para volver a hacerlo.

Sí, es por la docencia... y no es que extrañe a mis 'mostritos', sino que anhelo tener más.

1 comentario:

mi alma dijo...

Tu comentario sobre la docencia es para admirar. Es lindo saber que todavía hay maestros con vocación.

¡A por más monstruitos!