Especialmente para ti, a quien he aguantado por tantos años -y tus padres aún más-, a quien le extraño esas largas pláticas que teníamos los fines de semana, las patas que me gustaba masajear, y los regaños que aún me das. Recuerda que si no te marco temprano es por mis deshoras de sueño y porque, seguramente, no voy a escuchar el despertador. Pero espero que podamos echarnos nuestro jueves pozolero.
Muchas felicidades por otro año. También te quiero un chingo.
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