Imaginen que están en una cafetería. Después de ordenar, se percatan -a dos mesas de distancia- de una presencia del sexo opuesto (o del mismo, dependiendo de las preferencias) que atrapa su atención. Lo primero que se nos ocurriría sería el no pasar desapercibidos, establecer contacto visual, presentarnos, etc.; pero hacer algo. De repente, la imaginación ya se nos adelantó y nos creó múltiples imágenes en nuestra cabecita de cómo nos va a ir, de la personalidad de la otra persona y, en casos muy extremos, la boda y el nombre que tendrán sus hijos. ¿Desorden obsesivo compulsivo? ¿Paranoia? ¿Generación espontánea y masiva de estupidez por pensar en la boda y los hijos? ¿Es usted alguien que se siente quedado y por lo tanto piensa en matrimonio cada que conoce a alguien? No. Simplemente fuimos presa de nuestra mente ociosa, misma a la que le gusta armar dramones que serían la envidia de cualquier guión de Juan Osorio.
¿Cuántas veces les ha ocurrido que antes de conocer a alguien, y con sólo haber intercambiado un par de miradas, ya tenemos toda una historia escrita con diferentes finales alternativos? Es inevitable, nos atrae, nos gusta, o echémosle la culpa al karma, lo cierto es que somos especialistas en inventarnos ideas preconcebidas de sucesos aún no ocurridos. Y la telenovela se complica más si llegamos a conocer a la otra persona y salimos con ella.
Sí, es normal que todos fantaseamos con llegar a ser alguien importante, que nuestro trabajo sea reconocido, cómo nos veremos en 10 años, o llegar a tener un blog exitoso -cuyo nombre hace referencia al mueble más popular del baño- con más de 10,000 visitas al día (Jo, jo, jo [para no perder el espíritu digno del mes]). Pero es en las relaciones de pareja donde nuestros sueños se convierten en pesadillas (y regresan a ser sueños para tornarse una vez más en pesadillas, y así sucesivamente) que resultan un sube-y-baja de emociones que no para hasta que se acaba el encanto -sea o no final feliz-, o cuando por fin decidimos ver al terapeuta.
Seguramente hay quienes encuentren altamente disfrutables, o engorrosos, estos culebrones telenoveleros producto de nuestra mente, y no quiere decir que usted sea anormal por practicar tan ociosa actividad; a todos nos pasa. El único problema es que, por andar queriéndole tumbar la chamba a los escritores de
Televisa o
Tv Azteca, nos olvidamos de un pequeño detalle: disfrutarlo. Pasamos más tiempo mortificándonos por nuestras 'chaquetas' mentales que, por lo tanto, las relaciones interpersonales pueden convertirse en un verdadero martirio. Habría que aprender a administrar recursos y tiempo, y sólo dejarse llevar.