Una noche cualquiera...
El azar viste de gala para salir a jugar con los recuerdos, los rencores, los fantasmas, y la fantasía; mezclándolos, tragándoselos y lamiéndolos con ternura.
Las estrellas conspiran en contra y a favor de uno para colocarlo en la línea de fuego de unos labios desgastados, olvidados, marchitados, proféticos, desesperados, impacientes, o malgastados.
Se confunden los encuentros y las despedidas, desencuentros y bienvenidas, las consecuencias y las ilusiones perdidas, y los años y la sabiduría.
No queda de otra que encoger los hombros y preguntarse mil cosas sin respuesta, y sofocarse con las respuestas obvias.
Es un buen momento para hacer las maletas, despedirse de un cuarto oscuro y salir de viaje, lejos, lejos del injurio de las frases nocivas, las palabras sádicas, y las vecinas deprimentes.
Sirve para el encuentro con uno mismo, y para darnos cuenta que uno es sólo el reflejo de aquello que no se es.
Ese 'algo' que viene por mí, va a alcanzarme.
El azar viste de gala para salir a jugar con los recuerdos, los rencores, los fantasmas, y la fantasía; mezclándolos, tragándoselos y lamiéndolos con ternura.
Las estrellas conspiran en contra y a favor de uno para colocarlo en la línea de fuego de unos labios desgastados, olvidados, marchitados, proféticos, desesperados, impacientes, o malgastados.
Se confunden los encuentros y las despedidas, desencuentros y bienvenidas, las consecuencias y las ilusiones perdidas, y los años y la sabiduría.
No queda de otra que encoger los hombros y preguntarse mil cosas sin respuesta, y sofocarse con las respuestas obvias.
Es un buen momento para hacer las maletas, despedirse de un cuarto oscuro y salir de viaje, lejos, lejos del injurio de las frases nocivas, las palabras sádicas, y las vecinas deprimentes.
Sirve para el encuentro con uno mismo, y para darnos cuenta que uno es sólo el reflejo de aquello que no se es.
Ese 'algo' que viene por mí, va a alcanzarme.
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