miércoles, 17 de diciembre de 2008

Una noche cualquiera

Una noche cualquiera...

El azar viste de gala para salir a jugar con los recuerdos, los rencores, los fantasmas, y la fantasía; mezclándolos, tragándoselos y lamiéndolos con ternura.

Las estrellas conspiran en contra y a favor de uno para colocarlo en la línea de fuego de unos labios desgastados, olvidados, marchitados, proféticos, desesperados, impacientes, o malgastados.

Se confunden los encuentros y las despedidas, desencuentros y bienvenidas, las consecuencias y las ilusiones perdidas, y los años y la sabiduría.

No queda de otra que encoger los hombros y preguntarse mil cosas sin respuesta, y sofocarse con las respuestas obvias.

Es un buen momento para hacer las maletas, despedirse de un cuarto oscuro y salir de viaje, lejos, lejos del injurio de las frases nocivas, las palabras sádicas, y las vecinas deprimentes.

Sirve para el encuentro con uno mismo, y para darnos cuenta que uno es sólo el reflejo de aquello que no se es.

Ese 'algo' que viene por mí, va a alcanzarme.

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