Era bella y quiso ser peligrosa, y eso estuvo bien por un tiempo. Después decidió convertirse en un arma mortal, tan mortal que terminó por hacerse el harakiri.
En efecto mis queridos dos lectores, y uno que otro despistado buscando "mujeres asiendo del baño" (sic) en google, mi máquina Micaela (es genial como nos gusta vestir de cierta identidad a nuestros objetos) murió y revivió en poco más de una semana; literal y técnicamente revivió al tercer día desde que decidimos, después de varios intentos desesperados por aplicarle primeros auxilios, ponerle en su madre y formatearla. La causa: daño en el disco duro por estar sometida a cantidades obscenas de información, sumado al pequeño -insignificante- detalle de no haber defragmentado el disco periódicamente (no sé por qué gasté tantos años en la universidad). Lo más divertido fue, al momento del percance, ver como todos mis íconos se perdieron y no eran reconocidos por el 'buindous', así como algunos dll's que quedaron convertidos en carne molida.
Afortunadamente, pudimos poner a salvo toda una vida profesional, y más de 2000 horas de pornografía, para ser reincorporadas a Micaela. Lo cual me llevó a reflexionar que, tal vez, dependo demasiado de la tecnología... pero que el Dios Adobe bendiga al CS4.
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