'Raro' es el adjetivo más recurrente que la gente emplea para describirme, y no porque tenga alguna cualidad física sorprendente. Al principio me confudía el que me catalogaran así, porque no sabía a qué demonios se referían, posiblemente tenía alguna enfermedad cerebral degenerativa que ocasionaba que mi materia gris me jugara malas pasadas para que no me percatara de las estupideces que hacía y decía. A final de cuentas, no entendía que pudiera haber de extraño en mí. Y me di cuenta que la estupidez radicaba en hacerme ese tipo de cuestionamientos impertinentes. Total, algo me decía que serían muchas las veces que seguiríamos escuchando el mismo calificativo para referirse a mi persona.
Con el tiempo, dejé de darle importancia hasta que empecé a encontrarle el gusto. Ahora recibo como un halago que me llamen así -'raro'- me hace sentir alguien importante (sí, alimenta mi ego). Y debo confesar que lo he llegado a disfrutar tanto, que me esmero en ganarme el adjetivo desde hace varios años.
Recuerdo que cuando era un puberto, mi hermana siempre me decía que me gustaba llamar la atención, por lo que mis supuestas 'rarezas' no eran más que un ardid publicitario. Eso lo explicaba todo: el instalarme en el personaje que me achacaban mis amigos y compañeros de clases, el inventarme una terminología bastante pintoresca, el mantener diálogos conmigo en voz alta a cualquier hora y en cualquier lugar (mi padre pensó que estaba loco la primera vez que me encontró haciéndolo), o el uso arbitrario del plural para sustituir las conjugaciones en primera persona.
Al paso de los años, los 'raros' se hacían más frecuentes, por lo que decidí ayudar a la causa: comprar lentes de colores llamativos, tener una colección de gorros 'ridículos', zapatos azules y rojos, y todo un cajón lleno de calcetines folclóricos de los que rara vez uso el par coordinado (no me visto de noche ni con los ojos cerrados, así me gusta usarlos). Tenía más que estudiado el personaje.
Hasta que un día, me doy cuenta que hay manías y comportamientos compulsivos, que hay deshoras de sueño, gustos musicales que van de lo sublime a lo ridículo (y de varias partes del mundo), que tengo principios -de nosedonde- que me niego a traicionar, connotaciones diferentes de cosas tan triviales, que hay muchas historias interesantes que contar, y muchos defectos y virtudes que estaban ahí, acompañándome desde siempre. El personaje era la verdadera persona, y quien yo creía que era la persona, resultó ser un personaje. Fue entonces que 'raro' se volvió el adjetivo más recurrente para describirme, y no porque tenga alguna cualidad física sorprendente.
Y a la vez no soy tan raro, sino que me voy conociendo y me voy sorprendiendo del que soy día con día... y lo estoy disfrutando. Sí. Más bien, soy complejo, demasiado complejo hasta para mí mismo.
Tan complejo como cualquier ser humano.