martes, 5 de agosto de 2008

Cuando me guarden en una maleta

¿Cómo nos gustaría ser recordados cuando ya no estemos en este mundo? Por lo general, nos gustaría que se nos recuerde por lo buena gente que fuimos en vida, nuestras virtudes y nuestros logros. Yo siempre he expresado que no quiero que digan: "que bueno fue", no, que digan que fui el cabroncito que fui, que soy y seguiré siendo. Aunque seguramente, muy a mi pesar, dirán todo lo contrario y que: "era un güey que pretendía ser un cabroncito".




Por si se lo preguntaban, yo ya tengo todo el numerito más que planeado: nada de chillar en mi funeral, no sin antes echarse una ronda de vivianes —con vaso del tamaño de una agua de horchata grande de la Michocana— en mi honor; mi novena tiene que ser una bacanal de nueve días seguidos donde nadie sale de mi casa, o lugar destinado para el evento, excepto para proveer de más alcohol a los asistentes; y cuando se les baje la cruda (o mejor antes para no echar a perder las festividades) echan mis cenizas en alguna playa —por definir— de Acapulco.

2 comentarios:

mi alma dijo...

Yo no pienso en eso...
De todas maneras y a raíz de lo que decís, por más que uno quiera (o no) que lo recuerden por las cosas buenas que hizo, algo malo (o cabroncito ^^) es inevitable... A mí seguro me recordarán, entre otras cosas, por lo cascarrabias que soy =D

Y seeeeh... con orgullo!! =D


Saludos :3

Chacha dijo...

Tomando en cuenta mi forma de ser, lo cascarrabias tal vez sea de las cosas buenas que recuerden de mí. Já.

También con harto orgullo.

Te portas.