Esta semana me sentí con ganas de reencontrarme, salir a la calle. El rumbo fue lo de menos, sólo quería sentirme rodeado por seres humanos.
Me encrespan los lugares concurridos, me engentan. Pero esta vez decidí perderme entre la multidud. Había olvidado que tan placenteras, que tan terapéuticas, me resultaban mis caminatas.
Necesitaba reencontrarme con las fotos que aún no he tomado (y en los próximos días espero que tomar), con mi pachucote de oro, con esos lugares por los que solía caminar en compañía de alguien, también por los que caminaba solo, el museo que no visitaba desde hace años y otras cosas más. Cosas que me llenaron de una tranquilidad casi hipnótica y que regresaron esa sonrisa idiota -que tanto me encanta- a mi rostro.
"Quiero creer que estoy volviendo"
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