domingo, 13 de julio de 2008

Apegos apócrifos

Una mujer, arriba de los veintiséis años, basa su vida en obtener la estabilidad económica -lo suficiente para pagarse sus lujosos caprichos- y en encontrar un novio con el que un día pueda casarse. Está convencida que, quien sea su pareja, deberá asegurarle la cuestión monetaria para asegurar, asimismo, la felicidad en la relación. Paradójicamente, su aparente frivolidad se debe a esa imperiosa necesidad -y necedad- de tener a alguien a su lado, por lo que comienza a vivir cuentos de hadas en todas sus relaciones: cien por ciento perfectas y completamente extraordinarias.

Y vivió "feliz" por siempre...

Tampoco despertó del sueño, simplemente se negó a hacerlo.

***

Un hombre, arriba de los treinta, siente que su vida no se parece en nada a lo que él deseaba cuando tenía veinticinco años. Tiene un trabajo en el que su sueldo y sus actividades no le resultan satisfactorios, también lleva una relación de varios años donde ya no se siente a gusto. Paradójicamente, no se atreve a buscar otro trabajo por no perder su actual estabilidad económica -lo suficiente para pagarse sus lujosos caprichos-, tampoco quiere terminar con su pareja por esa imperiosa necesidad -y necedad- de estar con alguien y que, según él, podría tratarse del último tren en su vida.

Y vivió (in)feliz por siempre...

Tampoco quiso romper con el encanto, simplemente se negó a hacerlo.

2 comentarios:

mxrush76 dijo...

Jajajaja pobre memo lo andas balconeando en la red

Chacha dijo...

¬¬

No tengo la menor idea de lo que estás hablando (já). Cualquier parecido con la realidad es mera y pura coincidencia.