Y vivió "feliz" por siempre...
Tampoco despertó del sueño, simplemente se negó a hacerlo.
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Un hombre, arriba de los treinta, siente que su vida no se parece en nada a lo que él deseaba cuando tenía veinticinco años. Tiene un trabajo en el que su sueldo y sus actividades no le resultan satisfactorios, también lleva una relación de varios años donde ya no se siente a gusto. Paradójicamente, no se atreve a buscar otro trabajo por no perder su actual estabilidad económica -lo suficiente para pagarse sus lujosos caprichos-, tampoco quiere terminar con su pareja por esa imperiosa necesidad -y necedad- de estar con alguien y que, según él, podría tratarse del último tren en su vida.
Y vivió (in)feliz por siempre...
Tampoco quiso romper con el encanto, simplemente se negó a hacerlo.
2 comentarios:
Jajajaja pobre memo lo andas balconeando en la red
¬¬
No tengo la menor idea de lo que estás hablando (já). Cualquier parecido con la realidad es mera y pura coincidencia.
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